Guerra de Sucesión Española

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De la serie conflictos armados:
Guerra de Sucesión Española
Guerra-sucesion.jpg
"Tu pelucón no tiene nada que hacer contra el mío"
Lugar y fecha Por todas partes un poco, 1701 - 1715[1]
Bandos Gorrones malvados Idealistas justos
Fuerzas Baviera.png Bávaros Cerveceros
Francia.png Imperio afeminado Gabacho
Bandera Imperio Espanol.jpg España de Felipe V

Bandera Austria-Hungria.png Austria
Estelada.jpg Països Catalans y Aragón
Inglaterra.png Inglaterra
Saboya.png Ducado de Saboya
Bandera de Portugal.png Portugal
Paísesbajos.jpg Provincias unidas
Bandera Sacro Imperio.png Sacro Imperio
Comandantes Baviera.png Máximo Décimo Meridio
Baviera.png Barón Von Bier
Baviera.png Paladín Albus Dumbledore
Francia.png Luis XIV
Francia.png Duque de Berwick
Francia.png Phillipe du Bourbon

Bandera Austria-Hungria.png Mariscal Joseph Fritzl
Bandera Austria-Hungria.png Archiduque Charlie
Estelada.jpg Giacomo Casanova
Estelada.jpg Josep Lluís Carod Rovira
Inglaterra.png Lord Byron
Inglaterra.png John Churchill
Bandera Sacro Imperio.png Príncipe de Hesse
Bandera Sacro Imperio.png El Pepe de Baden
Bandera Sacro Imperio.png Erwin Rommel
Bandera de Portugal.png Antoniete de Sousa
Bandera de Portugal.png Barón Cristiano Ronaldo
Paísesbajos.jpg Falete de Nassau-Orange
Paísesbajos.jpg Conde Milhouse Van Houten
Saboya.png Príncipe Eugenio Tarconi
Armas Baviera.png artillería cervecera
Francia.png bolsos
Bandera Imperio Espanol.jpg Tercios Viejos
Bandera Austria-Hungria.png monedas
Estelada.jpg ¡bon cop de falç!
Inglaterra.png flema a gogó
Bandera Sacro Imperio.png Stosstrupp
Saboya.png cruceros de batalla
Bandera de Portugal.png clavos oxidados
Paísesbajos.jpg libre comercio
Bajas Necrológicas franceses llenas Necrológicas aliadas llenas
Resultado Ganan todos menos los catalanes


La Guerra de Sucesión Española[2] fue la segunda guerra con más mortandad y alto porcentaje de oficiales afeminados después de la Guerra de los Treinta Años. El casus belli fue la ida al otro barrio del hasta entonces rey de España, Carlos II el Hechizado, mozo de bajo coeficiente intelectual, evidente homosexualismo, y cerebro de guisante absoluto. El nene este era muy suyo, y escribió dos testamentos para la posteridad. En uno decía que España se la regalaba a su primo francés Phillipe con la condición de que este preservara la tradición del botellón entre las cortesanas, y que mantuviera el topillo al cachevauche como plato oficial de la corte. En el segundo testamento decía que España iba pa'l Archiduque Charlie de Austria, que sólo sabía tocar el piano y el culo a mozas del campo de los alrededores de Viena. La guerra mandó arriba a muchos soldados, a las necrológicas, y se metieron muchos países que no pintaban nada allí, a saberse Inglaterra, que aparece en todas las guerras existentes del siglo XVIII; y también los Países Bajos, Baviera, el mayor exportador de cerveza del Sacro Imperio, y algunos estados alemanes de escasa importancia, como Dumbledore o Hesse-Darmstad.

Otro país que tomó parte fue La Corona de Aragorn Catalunya, los Països Catalans, cuyos ciudatanos eran todos rojos y querían por lo tanto a un monarca austríaco con sed de sangre supurada de morcilla curada. Los catalanes querían evitar que Francia dominase su zona y comenzase a instalar panaderías llenas de baguettes, castillos con almenas de estilo gótico-bizantino, y que se prohibiese hablar en catalán y leer el Avui. La cosa les salió mal. Perdieron e intentaron ganar la revancha en la Guerra de Sucesión Polaca.

Ganó Phillipe du Buorbon, a veces identificato con España, y empezó a hacer trastadas gordas propias de los vecinos del norte, los fganseses, como implantar el uso de pelucas y zapatos de tacón entre los machotes de los Tercios de Flandes, beber champán en copas pequeñas, y asuntos secudarios como darles por culo a los italianos y a los catalanes probando su artillería en las cercanías.

Contenido

Antes

Hacia años anteriores a 1700, España NO iba bien. Había gente como la que sale en El Lazarillo de Tormes, pero había mucha, el 97,99% de la población[3]. En Europa se jugaba a hacer duelos con escopetas de cañón recortado. Francia e Inglaterra llevaban siete años de enemistad a base de entregas de surtidos de repollos en vez de los típicos polvorones de Navidad. En Austria había una epidemia de locura en la corte, como en Francia, y se extendía la moda de llevar pelucas y zapatos de tacón. En esos años hubo siete pasas de la gripe aviar y doce de peste bubónica vírica. En asuntos económicos, España quebró doce veces en seis semanas, y los suicidios ascendieron al 23,14% de la población de localidades como Getafe o Villamuerte, donde no quedó nadie vivo.

Si aún crees que este tío no era objeto de burla, haz este test.

Primero se culpó de las chapuzas vividas a las brujas, y se las pasó por la gran paella de Valencia de 1698. Habían sido todas ya repartidas entre la paella de arroz y bien digeridas, pero no pasó nada bueno. Luego se quemó vivos a un par de millares de judíos y moriscos y bígamos e hinchas del Betis, y esto tampoco dio resultado. Ahora se empezó a culpar de todo al rey Charlie II, cuyo principal divertimento era ejecutar ratones en el garrote vil[4]. Se quemaron algunas fotos suyas, pero nada más. El pobre hombre ya no estaba para esas anécdotas. Murió de sífilis aguda múltiple a los 39 años. En toda Europa ya se hacían apuestas acerca del testamento, y el zar Pedro I de Rusia había jurado arrasar Suecia si Charlie el Archiduque no se llevaba la mejor parte del pastel.

El testamento de Carlete II era un coñazo más soporífero que el gas ese de la Primera Guerra Mundial[5]; decía así:

Abrecomillas.png    

Preámbulo: Antes que nada, Gutten Tag. Yo, Carlos II, rey de España y provincias, como soy tonto del culo, decreto que no he escrito ese brillante testamento, lo ha hecho mi perro Pepiño.

Artículo 1: A mi primo querido al que no conozco, Filip, o como se escriba eso, le dejó Castilla, Aragón, Nápoles, Milán, Flandes y las colonias. También mis soldaditos de los Tercios, para que los vista con sus ropitas preferidas.

Artículo 2: A mi otro primo querido, Charlie, el majo ese, le dejo un par de aldeas fronterizas con Alemania, Rusiburguen y Hasshlindorf, y le recuerdo que debe exterminar a las plagas de ratas gigantes carnívoras que han asesinado y devorado a todos los habitantes y a los doce regimientos de mosqueteros que envié a acabar con ella. ¡Arrivederci, bambini!

Cierracomillas.png
Testamento de Carlos II de España.


Cuando, ya muerto, diseccionado, estudiado, enterrado y descompuesto el Charlie, se hizo público el testamento, pasaron varias cosas: Comenzó la Gran Guerra del Norte entre Rusia y Suecia, que asoló la región matando a mucha gente. También Phillipe, que estaba en París, festejó la noticia con una orgía sadomasoquista en Versalles, donde acudió toda la corte y más gente a agotar las reservas de champagne francés de la cosecha de 1675. En Austria la noticia no gustó mucho. El ultraduque Carlos despellejó a 100 prisioneros turcos para desquitarse. Se dice que en este vil acto participó Adolf Hitler, por entonces cadete de caballería bohemia que actuaba en contradas serbo-bosnias traficanto con alijos de Fachamio.

Llega Felipe

Felipe V celebrando su nombramiento como rey de España.
Consejero militar de Phillippe.

Felipe llegó a España dispuesto a mamar mucho del grifo mientras sus enemigos no comenzaran a cargar las bombardas con clavos oxidados, pimientos del piquillo y moros. En Madrid se lo acogió bien, pero cuando el nene descubrió que aquello era peor que Luxemburgo, le dio un patatús. Leyendo los libros de teóricos políticos como Dios, Herodes el Grande o su papaito Luis XIV, tuvo ideas cafres y bárbaras como meter impuestos igualitarios, abolir leyes feudales de la época de la Reconquista (esa de la María castaña, ya saben), y tal... Mientras él perpetraba estas paganas y brujiles herejías, los maricas soldados franceses iban metiéndose en Flandes por doquier, ejecutando a todo aquel que hablaba holandés, lleva bigote y/o fumaba porros. Así hallaron la muerte el gran Rembrandt van Rijn y Falete.

Los catalanes, que no eran tontos, adivinaron la jugada. Francia iba a robarles España y así no podrían exportar el cava y las camisetas con el toro de Osborne. Los austríacos también eran tipos listos, y para evitar que Italia se llenase de franceses, atacaron. La guerra comenzaba. Inglaterra se metió rápido al saber que Francia estaba, así que por defecto cayeron Holanda, Portugal y otros sitios anglófilos donde se realizaba culto a la Jolly Roger, al ron maltés y a Mr. Bean. El Sacro Imperio se unió también para cumplir con la conocida belicosidad del pueblo alemán.

El príncipe Eugenio Tarconi de Saboya comenzó la guerra atacando sin declaración a los franceses. Su punta de lanza, los elefantes de guerra con cañones, desbarataron las filas de mosqueperros franceses afeminados. La victoria fue magna para los austríacos, que confiscaron 2.250 toneles de anís del mono, 500 zapatos de tacón y ahorcaron a 4 generalotes franceses gordos y feos. Los periódicos regionales de Viena se hicieron eco de la noticia: "El rey de Francia no puede huir con el rabo entre las piernas porque no tiene rabo".

Para vengar esta putada, el duque Villeroy, ocasional compañero de cama de Luis XIV, atacó a Tarconi en Milán. Las tropas austríacas fueron tomadas por sorpresa mientras asistían al encuentro Inter-Milán, siendo masacradas sin compasión. Sólo se salvó Tarconi, que perdió un ojo y tres dedos y juró vengar la muerte de sus hombres tomando París y haciéndose una paja en la Bastilla. Austria 0, Francia 1, según los periódicos franchutes.

La guerra

Frente sur

En España la caballería inglesa atacaba molinos de viento siguiendo la tradición.

Al principio todo iba bien en España. Había una situación de pazzzz. ¡Pero ay! En 1704, alentados por el botín copioso de mozas españolas, jamón ibérico y mercurio líquido puro, un ejército de ingleses, holandeses y alemanes invadió España. Los portugueses del general Antoniete de Sousa se unieron a ellos para conquistar Galicia y Ceuta, Orán y Mazalquivir (en morolandia). Phillippe du Borboun tuvo noticias de ello y juró no volver a trasvestirse si lograba salvar los muebles, el mueble bar de su palacio madrileño, en especial.

El nene tuvo suerte, porque en Barcelona, la Generalitat, secundando su centralismo, decidió no votar a favor del candidato bueno: Charlie de Austria. Pero por desgracia, un regimiento de mercenarios suizos de habla italiana, se sublevaron y proclamaron... que La Corona de Aragón Los Països Catalans eran monárquicos, católicos, y que querían formar parte del Imperio austríaco. El nueve comandante supremo de Cataluña y aledaños era el seductor y mujeriego Giacomo Casanova, ávido de sexo y de dinero, así como de fueros estatus d'autonomía. Nótese que los rojos y los fachas no salen por ningún sitio.

Soldados alemanes del principado de Hesse-Darmstadt.

Los aliados austríacos desembarcaron en Barcelona a bordo de galeazas con castillos almenados sobre ella. Venía el mismísimo Archiduque Charlie, que fue nombrado rey en Zaragoza por el tal Giacomo. Phillippe juró que los catalanes y sus aliados valencianos y aragoneses pagarían cara la traición. Ordenó atacar a los enemigos. Concretamente llevaba un ejército de mercenarios cartagineses y celtas hessianos enemigos del príncipe de Hesse, que iba con Charlie.

A base de óxido de indígeno, catapultado mediante trabuquetes, venció en la batalla de Almansa. Los austríacos pusieron pies en polvorosa hasta Salzburgo, y sólo Barcelona siguió peleando contra los franceses. Phillippe llamó entonces a su mejor general: James Fitz-James Peplluís, antepasado de la ¡Duquesa de Alba! Este atacó Barcelona con cañones Krupp y Nazgûl hasta lograr la caída del Reichstag, donde fue izada la bandera soviética carlista.

Una vez ganada la batalla, Phillippe suprimió las feudalistas y ultraconservadoras instituciones de la Generalidad e instaló su sistema político adelantado, lo que hizo a la larga que se ganara en duros. El Borbón se salió con la suya, y sólo resistieron rebeldes fanáticos en Sudáfrica, escondidos entre holandeses, y en Portugal, como no.

Frente norte

El ejército francés en 1704.
Vista aérea de la batalla del Danubio.

En 1702, Charlie de rumanos desertores que delinquían en los alrededores de Colonia.

Mientras esto pasaba, los mosqueperros reales de Luis XIV cruzaban el Rin en botes de remos cedidos por el almirante inglés Nelson. Burlaron las defensas imperiales de la línea Sigfrido y entraron en Alemania pisoteando campos de coles, de repollos, y robando toda botella de licor que encontraran. A ellos se unieron el paladín Albus Dumbledore y el barón Von Bier, del ejército bávaro, con 25.000 compatriotas recién llegados de la Oktoberfest para auxiliar a esos maricas francesitos. Tras un bombardeo en globos aerostáticos durante el cual se roció a los soldados imperiales con morcilla bávara requemada, la infantería atacó con bayonetas haciendo butifarra con todo aquel imperial que no huyó. Así concluyó la batalla de Friedlingen.

La armada francesa cruza el Rin.

En la fiestecilla que siguió a la batalla, los bávaros contabilizaron 3.000 bajas por excesos alcohólicos, y 2.000 francesitos murieron de sífilis extremo. A pesar de ello, decidieron atacar Viena alentados por predicadores bohemios que deseaban dar rienda suelta a sus vicios en la ciudad. Por suerte, los austríacos de Eugenio Tarconi estaban reclutando un gran ejército compuesto por carne de cañón húngara, siervos alemanes, holandeses del mariscal Milhouse Van Houten, tropas de la princesita de Hesse el príncipe de Hesse, prusianos, daneses dibujantes del profeta, mercenarios al mando de Ernesto de Hannover, y lo mejor... ¡casacas rojas ingleses, invencibles siempre que se enfrentan a un ejército no estadounidense!

La batalla tuvo lugar en el río Danubio. Cada bando tenía 55.000 hombre y 200 cañones. Los franceses y los bávaros atacaron a mansalva a los aliados. Estos aguantaron el tipo gracias a que los ingleses resistían el fuego de mosquete enemigo. Misteriosamente, por ingenio de algún escritor roñoso, las balas de denso hierro rebotaban sobre sus cuerpos. Entonces contraatacaron. La caballería cargó contra los bávaros ebrios, que no pudieron formar una falange fascista macedonia con sus bayonetas. El jefe inglés, Lord John Winston Mambrú de Churchill, fue herido en sus partes nobles por una marica francesa, y casi apareció su nombre en las necrológicas del Times. La victoria fue inglesa[6]

La guerra siguió, y Austria conquistó Baviera imponiendo la leche merengada, el zumo de apio y la bazofia entre la población, al mismo tiempo que prohibía la cerveza. Los francesitos continuaron guerreando en Holanda, donde sus tropas de mosqueperros fueron jubiladas y sustituidas por granaderos curtidos. Atacando la zona de Amberes lograron matar al mariscal Milhouse Van Houten arrojándole una granada dentro de su carruaje de lujo. Pero nada de esto sirvió. Lord John Winston Mambrú dilapido el presupuesto del parlamento inglés reclutando tropas que destruyeron a los granaderos franceses con bazucas de la época. Luis XIV se suicidó ante la noticia tras convertirse al satanismo.

Final

Sorprendentemente, la paz no puso fin a las hostias entre Francia y Austria.[7]

En 1713, tras 11 años de guerra y 65 de tregua, los países beligerantes, hartos de hundir su economía, quedarse sin población masculina en edad reproductiva y perder batallas, decidieron poner fin a la guerra mediante un tratado. Ahora, fuera de bromas, decimos cual es el verdadero motivo existente para poner fin a la palmatoria. Resulta que el Archiduque Charlie heredó Austria (que era diez veces más grande entonces que ahora), y los ingleses ya se temían que el Imperio Austro-húngaro iba a ser enemigo suyo en la Primera Guerra Mundial. Para evitar que tuvieran España, decidieron pactar con ellos.

El pacto, llamado Tratado de Utrecht firmando por todos los países en guerra menos Cataluña, que no era exactamente un país, establecía los siguientes puntos:

Nota: Este tratado es fruto de controversia. Todo el mundo sabe que Gibraltar es España, así como también Flandes y Sicília.

Notas

  1. Según fuentes, la guerra no ha terminado [1]
  2. No debe confundirse con la Guerra de Sucesión Polaca, en la que por razones ovbias, Catalunya también participó.
  3. Platón; La República, 118c
  4. Según afirmó después Felipe V en Aquí hay tomate.
  5. Si no me creéis, leed este tochaco [2]
  6. La mayor parte de la soldadesca, un 90%-95%, era alemana y servía a generales alemanes, pero Inglaterra RULES!!!!!
  7. Volverían a entrentarse en la Guerra de Sucesión Polaca, en la Guerra de Sucesión Austríaca, en la Guerra de los Siete Años, en las Guerras Revolucionarias y en las Guerras Bonapartistas. (¡TODO ELLO EN EL SIGLO XVIII!) [3]

Enlaces externos

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